viernes, 20 de septiembre de 2013

Un cuerpo de baile absolutamente humano

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Ballet del Teatro Argentino / Programa: Don Quijote, La bayadera y El guía / Dirección: Mario Silva / Coreografía y reposición: Claudia Pontoriero y Mario Silva / Orquesta Estable, dirigida por Darío Domínguez Xodo / Vestuario: Fabiana Yalet / Iluminación: Maximiliano Troncozo

El primer coliseo bonaerense ofrece un programa sintético y prolijo, que mezcla dos piezas del binomio Minkus-Petipa y una propuesta más neoclásica, sobre el Bolero de Ravel, revisitado por Mario Silva.

Además del lucimiento de las producciones escénicas provenientes de los talleres del teatro, este programa cuenta con la valiosísima participación de la Orquesta Estable, dirigida por Darío Domínguez Xodo. La comunicación entre la orquesta y el ballet se ve claramente favorecida por la escasa diferencia de altura entre el foso y el escenario. Pero va más allá, Domínguez Xodo espera a los bailarines para empezar las variaciones y sostiene el suspenso en cada levantada.

Claudia Pontoriero realizó una reposición sintética de Don Quijote , que retoma la coreografía de Petipa, dejando fuera los pasajes que incluyen al Caballero de la Mancha, para ganar tanto en acción como en piruetas. Bautista Parada dota a su Basilio de la firmeza necesaria para que la Kitri de Julieta Paul pueda volar y sonreír con todo el cuerpo.

La segunda parte del programa está compuesta por el pas d'action de La bayadera , cuya música, también de Minkus, es menos pegadiza y recordable que la de Don Quijote. Y aunque también es ejecutada con gran calidad por la orquesta en vivo, el argumento con intrigas queda perdido en el recorte, y las referencias a la cultura de la India nos resultan más lejanas, por lo que la empatía con el público es visiblemente menor.

Cierra el programa una propuesta más tribal, con 34 bailarines en escena, donde se luce el diseño de iluminación de Maximiliano Troncozo. El guía es una coreografía de Mario Silva sobre el Bolero de Ravel, cuyo germen se encuentra en una producción presentada y premiada en la ciudad de Hannover en 1993. En esta versión para el Ballet que dirige, el rol de solista está en las manos de Alejandra Baldoni (en las funciones del 15 y 20) y de Aldana Bidegaray en las dos restantes.

Se trata de una apuesta más abstracta, en contraste con las piezas de narrativa clásica. Si bien Silva considera haberse distanciado de las coreografías de otros autores para esta partitura, es inevitable recordar la producción de Bejart para el ojo de la cámara en Los unos y los otros, donde la danza era más totémica y panorámica.

Aquí el cuerpo de baile, lejos de las puntas, se ve menos estresado que en las piezas anteriores del programa.

En síntesis, es probable que los fanáticos de la técnica puedan advertir imprecisiones en los pasos y una que otra ralentización, más evidentes en las coreografías tantas veces vistas. Pero ello no opaca el disfrute de la propuesta tan armoniosa a nivel producción integral. El Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata tiene una diversidad de cuerpos poco habitual en la danza clásica, a menudo obsesionada con la perfección.

Este es un cuerpo de baile absolutamente humano.

Nota publicada en La Nación el 20-09-13

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