lunes, 28 de octubre de 2013

Una oferta imperdible


Del mismo modo que se hace en muchos grandes teatros del mundo, el Colón abre sus puertas a la comunidad universitaria.
Desde hoy y hasta fin de año, se podrán conseguir localidades con 90 % de descuento en las funciones de ópera y ballet.
Las localidades serán para uso exclusivo de alumnos, docentes y administrativos de la Universidad de Buenos Aires, que acrediten tal condición ante la boletería del Teatro, mediante la presentación de su DNI y libreta o credencial universitaria vigente, en el primer caso o último recibo de sueldo, en el segundo.
El Teatro Colón pondrá a disposición de la Universidad de Buenos Aires, 48 horas antes de cada presentación definida, un cupo de 100 (cien) localidades con un 90% de descuento en las siguientes funciones de ballet: programadas: La Cenicienta en las funciones del 9, 10, 13, 14 y 15 de noviembre. Y para El Lago de los Cisnes en las funciones del 18, 19, 20,21, 26, 27 y 28 de diciembre del 2013.
Por ahora son solamente en estas funciones, para estas obras y en estas cantidades.
Pero no puedo evitar la ilusión de pensar que si la demanda llega a tope, por fin se den cuenta de que hay que hacerlo para siempre, en todas las funciones.
Difundamos todos, usemos esas butacas disponibles.
Y pidamos más.


Esto es lo que contamos en Radio Ciudad, el 01-11-13






viernes, 25 de octubre de 2013

Teatro Colón: anticipo de la temporada 2014

Baile de Graduados y Rodin 
- dos de las propuestas del Ballet estable del Teatro Colón, para la temporada 2014  -

Se presentó la programación anual del Teatro Colón. No puedo evitar tener una mirada crítica pero con expectativas. Esto es lo que comentamos en la radio el 25-10-13

viernes, 18 de octubre de 2013

Acciones por la Danza

Laura Kalauz y Alina Folini, del Foro Danza en Acción, en primer plano 

Antes de la Conferencia Colectiva "La danza del futuro", en el FIBA 2013, hablamos sobre las acciones del Foro, de la Ley Nacional de Danza y por supuesto, del futuro de la danza.




jueves, 10 de octubre de 2013

Para que nadie se quede afuera

Foto: Fabián Marelli

Julio Bocca se despidió de los escenarios bailando sobre la avenida más ancha del mundo. No era la primera vez que sacaba la danza a las calles. Ni tampoco fue la última.

Desde 2010 dirige el Ballet Nacional de Uruguay. Y desde allí continúa acortando las distancias. Anteanoche acercó su trabajo hasta el Teatro Colón en una gala única. Y lo vivió como un gran desafío.

"La vuelta al Colón es maravillosa. Estoy nervioso porque es la primera vez que viene el Ballet del Sodre, pero también porque implica mostrarle a mi público de siempre qué es lo que estoy haciendo desde hace tres años", confesaba Julio Bocca antes de la función.

El Ballet Nacional de Uruguay fue creado en 1935 como el Cuerpo de Baile del Servicio Oficial de Difusión Radio Eléctrica. En este momento está compuesto por sesenta y cinco bailarines provenientes de distintos países; nueve de ellos, argentinos.

Desde que Bocca dirige la compañía se han estrenado más de veinte piezas, entre las versiones integrales de grandes ballets clásicos, obras paradigmáticas del repertorio contemporáneo y moderno, y algunas especialmente creadas por Martín Inthamoussu y Ana María Stekelman, entre otros coreógrafos.

FENÓMENO DE MASAS

"A mí siempre me importó que el ballet llegue a todos. Con Lino Patalano y Eleonora [Cassano] hicimos mucho para que la danza sea popular. Por eso la butaca más barata sale menos que una entrada al cine. Y siempre tenemos la sala llena", advertía Bocca. La casa del Ballet del Sodre es el Auditorio Adela Reta, que tiene una capacidad de dos mil localidades. Y en ese espíritu de incluir a todos los públicos se reservan lugares para alumnos de escuela rurales y de zonas de bajos recursos. Para que nadie se quede afuera.

Pero además, desde el inicio de la gestión del bailarín, todas las obras tienen un ciclo de diez funciones. Además de permitir el boca a boca y la cobertura de los medios de comunicación, es atractivo para la compañía en sí, ya que da la posibilidad de tener tres o cuatro repartos para cada pieza. "Eso permite que cada uno llegue a desarrollar su personaje. Y que podamos aprovechar mucho más cada producción."

Además, desde este año, y paulatinamente, el Sodre está recuperando sus talleres de producción escénica: "Buscamos que los telones se pinten en el teatro, lo mismo que el vestuario. La idea es generar todo eso que en una época había y se perdió".

La última producción de El lago de los cisnes que realizó el Sodre fue filmada en HD y transmitida por televisión e Internet, y también se proyectó en pantalla gigante frente a la intendencia de Montevideo, donde suelen pasarse los partidos de la selección uruguaya.

-Cuando eras chico sabías que querías ser bailarín, que querías ir a Moscú. ¿Alguna vez te pensaste como director?

-La verdad, no. Aunque recuerdo que de chico me gustaba jugar con el sello de mi mamá, mientras la esperaba en su escritorio. Me divertía el papeleo. Y mi trabajo actual tiene mucho de eso. De cuestiones de organización de giras, de planificar cada semana de trabajo. Pero, sobre todo, dirigir es transmitir, enseñar valores para que no sólo sean buenos en la técnica: también quiero que sean buenos partenaires, buenos artistas, buenos compañeros. Que esto es una parte de la vida, pero que hay otra que ellos tienen que buscar y elaborar, para no quedarse sin nada en el momento del retiro.

-¿Extrañás bailar?

-La verdad que no. Amo esta carrera y la voy a seguir amando, pero no se me pasa por la cabeza volver a un escenario. Por lo menos por ahora. De todos modos, no me quedo quieto. Todos los días hago la clase de entrenamiento con la compañía, y trabajo sobre todo los detalles de interpretación. Aunque me gustaría tener un poco más de tiempo para hacer eso.

-¿Te interesa que la compañía sea reconocida por su nivel de interpretación?

-Me interesa todo. Me obsesiono con todo. En eso soy terrible... Para mí siempre sigue estando mal... Pero recién llegamos de los Emiratos Árabes y allí salieron muy buenas críticas. Decían que esta compañía, además de tener calidad de trabajo, se destacaba por la alegría y el entusiasmo que tenía en el escenario.

-¿El público del Colón es difícil?

-No, el teatro en sí es difícil. El escenario es imponente.

-¿Lo sentís como tu casa?

-Sí, ahora más que antes. Son diferentes momentos de la vida, uno va cambiando y va creciendo. El Colón ya es parte de mí.

Volver, con la frente bien alta


Ballet Nacional del SODRE / Dirección: Julio Bocca / Coreografías: William Forsythe, Anne Marie Holmes, Nacho Duato y Jirí Kylián / Música: Thom Willems, Adolphe Adam, Franz Schubert y Leos Janácek. Vestuario: Producción BNS - Auditorio Nacional / Sala: Teatro Colón / Nuestra opinón:excelente

El Ballet Nacional del Sodre, dirigido por Julio Bocca, cruzó por primera vez el Río de la Plata hacia el escenario del Teatro Colón.

Un programa sintético de cuatro obras fue suficiente para mostrar el trabajo de los últimos tres años y en ese ejercicio de "curaduría" se nota la mano de Bocca encontrando lo mejor de cada estilo. Excepto por el pas de deux absolutamente clásico y exclusivo para dos, el resto del programa reúne obras que trabajan con sucesiones de dúos, tríos y conjuntos rotativos que permiten el lucimiento individual y la armonía grupal.

In the Middle Somewhat Elevated ya tiene más de un cuarto de siglo dando vueltas por el mundo, pero sigue inoxidable. Más cercana al lenguaje del repertorio neoclásico -por la sólida relación entre el argumento abstracto y la técnica de puntas-, esta creación de Forsythe expone sobre el escenario tanto el entrenamiento físico y aeróbico, como la precisión y la limpieza de los movimientos de los que son capaces los bailarines. Los veintiséis minutos de música de Thom Willems se vuelven un poco ásperos, ya que se trata de un loop industrial, donde ningún instrumento en especial puede distinguirse del fondo.

Todo lo contrario sucede con la música elegida por Nacho Duato para Without Words . Tiene la duración exacta para que ocho bailarines brillen en la penumbra, arrullados por Franz Schubert desde un piano y un chelo.

El poco transitado "Pas de deux de l'esclave" merece un capítulo aparte. Este fragmento del primer acto del El corsario lleva la marca de Petipa en el orillo y desarrolla todos los elementos esperables. Ojalá este hallazgo de Bocca fuera imitado en otras galas internacionales, que suelen insistir en las mismas coreografías tantas veces visitadas. Allí pasan al frente, con gran dominio técnico, María Noel Ricetto y Ciro Tamayo.

Ahora que los talleres de producción de vestuario del Auditorio Nacional Adela Reta se pusieron a andar, se lucen la perfecta confección de los dos trajes, sencillos, pero con todos los elementos de bordados y brillos necesarios. Y si se habla de brillar, es inevitable subrayar la acertada elección de Tamayo para el rol. El jovencísimo bailarín español salta sin esfuerzo y con mucha gracia. Tamayo arranca aplausos espontáneos durante su variación, demostrando que además de ser liviano como una pluma, puede ser un bailarín de carácter.

La segunda parte del programa estuvo íntegramente dedicada a otro clásico del repertorio contemporáneo mundial: Sinfonietta , la creación de Ji?í Kylián que próximamente cumplirá 40 años en los pies de tantas y diversas compañías de danza. La música de Janácek está construida sobre allegrettos y andantes llenos de vientos y bronces varios. Y esto es lo que convoca a otra energía, más juvenil y risueña, dando pie al saludo final de toda la compañía. Y el de su director. Entonces el Colón se viene abajo.

En todos los niveles del teatro se escucha la incondicionalidad de los aplausos. Julio Bocca regresa a su primera casa mostrando la excelencia de siempre, sólo que en un nuevo rol. El Ballet del Sodre es una compañía hecha a escala humana, pero con un impresionante nivel de técnica y de expresividad.

No podría haber quedado en mejores manos.

Nota Publicada en La Nación el 10-10-13  http://www.lanacion.com.ar/1627496-con-su-marca-en-el-orillo

jueves, 3 de octubre de 2013

Y un día, nos vimos


La primera vez que nos vimos, él estaba agonizando.
En medio de un duelo entre Montescos y Capuletos, Mercucio moría hermosamente, recordándonos una vez más la fragilidad de la vida y el valor de la amistad.
Todavía no había llegado Moscú, ni la fama, ni la danza en las grandes avenidas. Pero ya se despegaba claramente de todos los demás.
Sé que es preciso explicar por qué digo que “nos vimos”, si yo estaba colgada de la última butaca del gallinero. Y él, moría allí, tan lejos.
Pero tan cerca.
Toda su carrera se trató de eso: acercar. Acortar las distancias.
Sacar la danza a la calle. Meterla en los medios. Llevar a Piazzolla en los pies. Traernos el cielo en cada salto.
Ese cuerpo inquieto al que sólo lo frenó una rodilla en disidencia, hoy sigue acercando la belleza del movimiento a todos y todas los que la quieran ver.
Porque ya no se trata de poder. Poder, podemos todos.
El gran estratega de la danza, ahora transmite los backstages por televisión. Abre la casa tantas funciones como hagan falta para que no se quede nadie afuera. Mete a la compañía dentro de las aulas de las escuelas públicas. Trae la gente en trenes de las puntas más lejanas del paisito.
Hoy nos vimos cara a cara por primera vez.
La charla fue relajada y profunda. El sonrió y recibió todas las preguntas con interés y amabilidad.
Ya escribiré mañana una nota más profesional y menos emocionada.
Pero hoy no podía dejar de contarles este enorme e importante paso que dí – y que oculté rabiosamente, por cábala.
Gracias a todos por aguantarme.



Foto: Fabián Marelli