jueves, 10 de octubre de 2013

Para que nadie se quede afuera

Foto: Fabián Marelli

Julio Bocca se despidió de los escenarios bailando sobre la avenida más ancha del mundo. No era la primera vez que sacaba la danza a las calles. Ni tampoco fue la última.

Desde 2010 dirige el Ballet Nacional de Uruguay. Y desde allí continúa acortando las distancias. Anteanoche acercó su trabajo hasta el Teatro Colón en una gala única. Y lo vivió como un gran desafío.

"La vuelta al Colón es maravillosa. Estoy nervioso porque es la primera vez que viene el Ballet del Sodre, pero también porque implica mostrarle a mi público de siempre qué es lo que estoy haciendo desde hace tres años", confesaba Julio Bocca antes de la función.

El Ballet Nacional de Uruguay fue creado en 1935 como el Cuerpo de Baile del Servicio Oficial de Difusión Radio Eléctrica. En este momento está compuesto por sesenta y cinco bailarines provenientes de distintos países; nueve de ellos, argentinos.

Desde que Bocca dirige la compañía se han estrenado más de veinte piezas, entre las versiones integrales de grandes ballets clásicos, obras paradigmáticas del repertorio contemporáneo y moderno, y algunas especialmente creadas por Martín Inthamoussu y Ana María Stekelman, entre otros coreógrafos.

FENÓMENO DE MASAS

"A mí siempre me importó que el ballet llegue a todos. Con Lino Patalano y Eleonora [Cassano] hicimos mucho para que la danza sea popular. Por eso la butaca más barata sale menos que una entrada al cine. Y siempre tenemos la sala llena", advertía Bocca. La casa del Ballet del Sodre es el Auditorio Adela Reta, que tiene una capacidad de dos mil localidades. Y en ese espíritu de incluir a todos los públicos se reservan lugares para alumnos de escuela rurales y de zonas de bajos recursos. Para que nadie se quede afuera.

Pero además, desde el inicio de la gestión del bailarín, todas las obras tienen un ciclo de diez funciones. Además de permitir el boca a boca y la cobertura de los medios de comunicación, es atractivo para la compañía en sí, ya que da la posibilidad de tener tres o cuatro repartos para cada pieza. "Eso permite que cada uno llegue a desarrollar su personaje. Y que podamos aprovechar mucho más cada producción."

Además, desde este año, y paulatinamente, el Sodre está recuperando sus talleres de producción escénica: "Buscamos que los telones se pinten en el teatro, lo mismo que el vestuario. La idea es generar todo eso que en una época había y se perdió".

La última producción de El lago de los cisnes que realizó el Sodre fue filmada en HD y transmitida por televisión e Internet, y también se proyectó en pantalla gigante frente a la intendencia de Montevideo, donde suelen pasarse los partidos de la selección uruguaya.

-Cuando eras chico sabías que querías ser bailarín, que querías ir a Moscú. ¿Alguna vez te pensaste como director?

-La verdad, no. Aunque recuerdo que de chico me gustaba jugar con el sello de mi mamá, mientras la esperaba en su escritorio. Me divertía el papeleo. Y mi trabajo actual tiene mucho de eso. De cuestiones de organización de giras, de planificar cada semana de trabajo. Pero, sobre todo, dirigir es transmitir, enseñar valores para que no sólo sean buenos en la técnica: también quiero que sean buenos partenaires, buenos artistas, buenos compañeros. Que esto es una parte de la vida, pero que hay otra que ellos tienen que buscar y elaborar, para no quedarse sin nada en el momento del retiro.

-¿Extrañás bailar?

-La verdad que no. Amo esta carrera y la voy a seguir amando, pero no se me pasa por la cabeza volver a un escenario. Por lo menos por ahora. De todos modos, no me quedo quieto. Todos los días hago la clase de entrenamiento con la compañía, y trabajo sobre todo los detalles de interpretación. Aunque me gustaría tener un poco más de tiempo para hacer eso.

-¿Te interesa que la compañía sea reconocida por su nivel de interpretación?

-Me interesa todo. Me obsesiono con todo. En eso soy terrible... Para mí siempre sigue estando mal... Pero recién llegamos de los Emiratos Árabes y allí salieron muy buenas críticas. Decían que esta compañía, además de tener calidad de trabajo, se destacaba por la alegría y el entusiasmo que tenía en el escenario.

-¿El público del Colón es difícil?

-No, el teatro en sí es difícil. El escenario es imponente.

-¿Lo sentís como tu casa?

-Sí, ahora más que antes. Son diferentes momentos de la vida, uno va cambiando y va creciendo. El Colón ya es parte de mí.

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