jueves, 22 de enero de 2015

Acerca de George Balanchine y de cómo construirse unas raíces nuevas

Balanchine, en 1960 en un ensayo del NYC Ballet 
(el portfolio completo puede verse acá )

Гео́ргий Баланчива́дзе nació un 22 de enero en San Petersburgo. Si nos ponemos literales, hoy celebraríamos 111 años del nacimiento de un coreógrafo ruso. Pero George Balanchine se construyó una identidad (norte)americana y desde ahí creó grandes clásicos de la danza.
Aunque tuvo momentos de un nacionalismo un poco más obvio (creó una obra llamada "Barras y estrellas", donde la protagonista es la "campana de la libertad"), su primer "ballet americano" es totalmente abstracto. Serenade, tiene música de Tchaikovsky y un clima de blancura y liviandad, pero sin el más mínimo atisbo de tragedia típica de acto blanco.



Su llegada al continente americano, desde la Rusia imperial, fue paulatino. Una gira por Europa primero, unas temporadas con "Les Ballets Russes" del productor Sergei Diaghilev.
Durante muchos años - y para algunos públicos, hasta el día de hoy - el imaginario del único ballet posible, estuvo ligado al "gran repertorio" del siglo XIX, con la fórmula de Petipa de los actos blancos, las princesas encantadas y los pas de deux acrobáticos.
Balanchine hizo su búsqueda por otro lado. 
Nunca perdió las huellas de la técnica rusa, pero en el contexto de sus obras, los climas que genera son abstractos. Como en "Joyas", donde los actos se dividen en Esmeraldas, Rubíes y Diamantes



Y como siempre encuentro una excusa para ver algo de Baryshnikov, acá va un fragmento de "Who Cares?", creación de Balanchine con música de Gershwin.
Origen ruso el del coreógrafo y orígen ruso el del bailarín. Y sin embargo la música de Gershwin los lleva a ambos a un lugar tremendamente neoyorquino.



Pero lo más interesante de su aporte es la posibilidad de pensar lo local. No sólo por el abandono de los cuentos encantados europeos. Si no también por el encuentro de la técnica de ballet con los compositores locales.
Aquí en el sur del sur, nuestr@s coreograf@s se enamoran de Piazzolla.
Lo bien que hacen.





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