domingo, 15 de marzo de 2015

Primer estreno de la gestión Guerra

 Rapsodia sobre un tema de Paganini - foto Máximo Parpagnoli

No termino de decidir cuánto tiempo para atrás debo irme para empezar a escribir esta nota.
¿Cuento desde la renuncia de García Caffi a fin de enero? ¿Desde la llegada de Darío Lopérfido a la dirección general del Colón? ¿Desde la renuncia de Lidia Segni a la dirección del Ballet estable?
¿Desde la llegada de Maximiliano Guerra a la conducción?. Sí, mejor desde allí, porque lo que hay para contar es todo para adelante.
Ese dia nos llenamos de expectativas - esta fue mi opinión en La Nación -. Y mucho de lo que se predijo se va cumpliendo.



Sinfonía entrelazada - Foto Máximo Parpagnoli

Fue hermoso volverme a encontrar con Sinfonía entrelazada de Mauro Bigonzetti y comprobar que es inoxidable. Reconocer las marcas de estilo de Éric Frédéric en Diamante - que volverá a ser bailado en Fuga Técnica dentro de unos meses -. Y disfrutar de los dúos que teje Mauricio Wainrot, en su versión de Rapsodia sobre un tema de Paganini.
Pero lo más hermoso de todo fue comprobar la enorme diferencia que se ve cuando una compañía trabaja relajada y feliz.
Transmitían el disfrute de estar bailando en un escenario que aman.
Después de la función Guerra habló para los medios y contó que en cada intervalo se fue atrás del escenario para mirarlos a los ojos y ver cómo estaba cada uno de los bailarines.
Que ésta sea la primera de muchas funciones en que el Ballet Estable del Teatro Colón se siente así, sostenido por la mirada de su director.
Encontrándose con el público desde la felicidad.
Brindo por eso.

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